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La contradicción en Nietzsche (página 2)



Partes: 1, 2

Se desprende de esto que lo sistemático
será una ordenación forzada de las cosas, una
camisa de fuerza puesta
a los conceptos y las palabras lo que para Nietzsche
representa un absurdo, del momento que el carácter enigmático de la realidad
no puede ser expresable en ningún tipo de sistema, ya que
la vida siempre se mostrarálaberíntica,
ambigua,misteriosa; ajena a cualquier intento del comprender
humano. Por eso, para Nietzsche las convicciones propias del
hombre no
contradictorio serán prisiones, opiniones que se quedan
detenidas y, por tal, no invitan a perseverar en la
búsqueda de una auténtica creación; en
cambio, la
contradicción se opondrá al dogmatismo, al
contemplar la posibilidad de diversos modos de pensar.

Sin embargo, no hay que llamarse a confusión,
pues, el filósofo es lo bastante inteligente para no
estimular la contradicción en forma arbitraria, de manera
que ésta diga cosas distintas cada cinco minutos; no se
trata de eso, se trata de mantener siempre el pensamiento en
actitud tensa,
en estado
pulsional, dispuesto a emprender en la oportunidad y
circunstancias necesarias una nueva campaña para acechar
el lugar en el que se apoltrona el ideal. Por eso, el Nietzsche
contradictorio nada tiene que ver con los cambios de
opinión que hoy frecuentemente encontramos en el mundo
político-intelectual; ello, por cuanto será
contradictorio por motivos vitales, y no con el objetivo de
justificar oportunismos para acomodarse a cada una de las
situaciones coyunturales. En él, no podemos hablar tan
categóricamente de contradicción, porque lo que en
cualquier pensamiento lo que se prohibe es sostener una cosa y
también su contrario, en sus textos su uso no sólo
está permitido sino que, incluso, está expresamente
buscado. En sus aforismos tendrá especial
preocupación por dejar bien sentado este carácter;
recurso que empleará, incluso, cuando introduce el
género
poético en sus libros,
encontrando en las rimas preliminares de la "Gaya Ciencia", un
buen ejemplo de ello:

"Áspero y dulce/ grosero y fino/ familiar y
extraño/ inmundo y limpio/ Cita de los locos y de los
sabios/ Todo esto soy/ quiero serlo/ A la vez paloma/ serpiente y
cerdo".

"Ya sé cual es mi esencia/ insaciable como la
llama/ Ardo y me consumo a mi
mismo/ Luz es todo lo
que toco/ Carbón todo lo que dejo/ Por cierto llama soy de
fijo".

Más aún, Nietzsche no sólo es
contradictorio en lo que escribe, sino también entre lo
que escribe y lo que vive. Porque, ¿qué puede ser
más contradictorio si comparamos lo que escribió
con lo que vivió? Enrique Molina Garmendia ("Nietzsche
Dionisiaco y asceta"), deja al descubierto esta dicotomía.
Según este autor, mientras su escritura es
un envite a lo dionisiaco, su vida se asemeja a la de un asceta.
Y no deja de tener razón, pues, en vida se alejará
de los amigos y del mundo para refugiarse en la soledad
más absoluta, para ser lo más fiel a su propio
pensamiento; ajeno al poder,
riqueza, mujeres y honores, carecerá de todo aquello que
pudiera identificarlo con una vida dionisíaca. Como bien
rubrica este autor: "Nietzsche estuvo más cerca de los
santos que denigraba que de los Césares y los Orgía
que exaltaba. En definitiva, un dionisiaco en lo verbal y en vida
todo un asceta".

En la misma línea, reafirmará este juicio
Lou Von Salomé al decir de él, que nada
aparentemente del hombre Nietzsche llamaba la atención de sus contemporáneos:
"Calmo, no muy alto, modesta y cuidadosamente vestido,
caminando prudentemente, la espalda encorvada, y hablando bajo,
podía fácilmente pasar desapercibido".
Un
juicio importante, de una contemporánea y amiga
privilegiada suya, que compartió e intimó con
él en uno de los periodos más importantes de su
creación ("Retrato de filósofo con
bigote").

EL CAMINO A LA
SABIDURÍA

El que Nietzsche sea contradictorio, no quiere decir que
el conjunto de su obra constituya algo caótico o resultado
de un puro azar. Al contrario, quien observe atentamente sus
textos podrá concluir que sus contradicciones responden a
un proceso
evolutivo de su pensamiento en el que es posible advertir etapas
bien diferenciadas.

Esto último, será reconocido por el propio
filósofo en unos fragmentos póstumos que lleva por
título: "El camino a la sabiduría", donde expone la
existencia de cierto orden interno en sus libros, reconociendo
así el desarrollo de
su propia evolución intelectual. En esta
evolución el filósofo distinguirá tres
pasos, que delineará de la siguiente manera:

Primer paso:

"Admirar (y obedecer y aprender) mejor que
ningún otro. Reunir en sí mismo todo lo que es
digno de respeto y dejar
que luchen entre sí. Soportar todo lo que es pesado.
Ascetismo del espíritu. Coraje. Tiempo de la
comunidad.
Superación de las inclinaciones mezquinas y
pequeñas. El corazón
abierto: nada se conquista sino
con amor.
También la patria, la raza. Richard Wagner se
rindió ante un corazón profundo y amante. De igual
modo Schopenhaüer. Esto pertenece al primer
paso".

Segundo paso:

"Romper el corazón que venera y cuando se
está más fuertemente ligado a él. El
espíritu libre. Independencia.
El tiempo del desierto. Crítica
de todo lo respetado (idealización de lo no respetado).
Intento de transmutar las evaluaciones …"

Tercer paso:

"La gran decisión, o la aptitud para una
posición positiva, para la afirmación.
¡Ningún Dios, ningún hombre por encima de
mí! El instinto del creador que sabe donde pone la mano.
La gran responsabilidad y la inocencia. (Para tener
alegría por algo debe aprobarse todo). Darse el derecho
para actuar. Más allá del Bien y del Mal. él
(creador) asume la contemplación mecánica del mundo y no se siente humillado
bajo el destino: él es el destino. Tiene la suerte de la
humanidad en la mano…"

IDEALISMO
(primer paso)

El primer paso corresponde al periodo de su idealismo de
juventud,
cuyos elementos más sustantivos los encontramos en sus
cinco primeros libros (1872-1876): "El Nacimiento de la Tragedia"
y sus cuatro "Intempestivas", incluyendo, breves
monografías y ensayos del
periodo ("La verdad y mentira en
sentido extramoral", "La visión dionisíaca del
mundo", etc.,)

En éstos textos persisten en él su
fidelidad a ciertos valores
tradicionales los que asume como verdaderos paradigmas
(patria, familia, deber,
raza, etc.); Schopenhaüer y Wagner le vienen muy a
propósito en este primer proceso formativo, sobre todo,
Schopenhaüer, quien lo inmuniza del contagio de Hegel, en lo
concerniente a no tomar partido por una hegemonía abusiva
de lo abstracto. Muestra su
devoción por el hombre
superior que concibe como la más alta expresión de
la vida. La influencia de Wagner no hará más que
prolongar esta devoción, aprendiendo de éste el
sentido del heroísmo trágico y, también, su
visión sobre la misión
educadora del arte, como modo
de dinamizar las fuerzas creadoras del hombre.

La cultura
ocupará su atención preferente en este periodo, ya
que sólo mediante la reconstitución de la cultura
perdida el hombre podría ser restituido a su verdadera
esencia; la cultura occidental, eclipsada por la racionalidad
socrática se había convertido en pura
superficialidad determinada por una concepción
científica del mundo. Reclama, por tanto, la
creación de un arte nuevo viendo en los dramas musicales
de Wagner la posibilidad de reavivar el mito
trágico, ya que sólo el mito podría llevar
al hombre de su época a una existencia nueva. Para
él, careciendo el mundo de justificación moral,
sólo puede ser comprendido desde un punto de vista
estético. Sin embargo, todas las artes deben intervenir de
una sola vez (poesía,
danza, drama,
música,
pantomima, etc); consideradas éstas aisladamente no pueden
"tener la expresión poderosa y de alcance sin límites
que resultaba de la reunión general de todas".

Sólo un arte omniabarcador posibilitaría seducir
los sentidos
del espectador, tal como se había dado en la
antigüedad en el teatro griego. En
este arte total debe encontrarse presente el mito, pues, en
él las relaciones
humanas se despojan de su forma convencional, inteligible
sólo a la razón abstracta, despojada de
sentimientos y estados anímicos más
profundos.

Ante la pérdida de identidad de
la cultura moderna, fundamentalmente, de la alemana, se
preguntará, una y otra vez: ¿cómo hacer
funcionar una cultura de modo que el hombre se someta a ella sin
sentirse menoscabado?. Si las sociedades
modernas se han planteado como fin una cierta comodidad;
¿cómo hacer para sustituirlas por sociedades que
más allá de satisfacer a los hombres, los eleven?.
Partiendo de estas interrogantes se compromete con el proyecto cultural
de Wagner, quien en sus dramas musicales representa el arte
trágico antiguo, reivindicándolo para ser insertado
en el corazón del pueblo alemán. Si Alemania
necesitaba deshacerse de una cultura que le era ajena y
extraña, requería de un rompimiento drástico
con todo aquello que la alienaba; la reconstitución de la
tragedia, implantada como ser en el pueblo alemán,
podía devolver al espectador, mediante el mito y la
música, a su propia esencia. Entre la cultura griega y la
alemana existiría un humus desde donde se podría
levantar una nueva cultura restituidora del mito ario:

"Toda cultura, si le falta el mito, pierde su forma
natural, sana y creadora: sólo un horizonte rodeado de
mitos otorga
cerramiento y unidad a un movimiento
cultural entero"
(El nacimiento de la
tragedia).

Desde otra perspectiva, en su primer libro, como en
ningún otro, el nacionalismo
se deja sentir con todas sus fuerzas. Empero, éste distaba
mucho de los imperativos sociopolíticos que el Reich de
Bismarck había implantado como lo genuinamente
alemán. Su nacionalismo decía relación con
la necesidad de un cambio cultural a partir de una cultura
trágica en un momento de profunda crisis
cultural; Sin embargo, si su primer libro es el punto de partida
para sus particulares ideas nacionalistas, en el resto de sus
intempestivas tal pensamiento empezará a declinar,
empezando a hacer una crítica, precisamente, contra todo
lo que tuviera que ver con los nacionalismos, fundamentalmente,
con el espíritu alemán.

De otra parte, en sus primeras obras no encontramos los
elementos corrosivos en contra de la religión como en las
que les siguieron. Al contrario, inicialmente muestra entusiasmo
por la religión, sobre todo, por sus formas más
arcaicas en que dioses y mitos antiguos le producen una gran
predilección. Su visión idealista lo llevan a
valorar y a justificar ciertos contenidos religiosos, sosteniendo
que el mito es la fuerza generadora de la religión;
allí donde el mito empobrece, la religión muere o
declina hacia esas formas de decadencia cultural que son, entre
otros, la racionalización y la
dialéctica.

Por eso, si en este primer periodo Nietzsche deposita su
fe en el arte y en la religión, sobreponiéndolas a
la historia y la
misma ciencia, será materia
recurrente en él, el ataque y crítica de la cultura
moderna, fundamentalmente, en contra del positivismo
científico y el historicismo imperantes en el
periodo.

RUPTURA (Segundo
paso)

A partir de "Humano, demasiado humano" (1878),
reconocemos en Nietzsche el inicio de una visión
crítica y reflexiva, contrapuesta al idealismo fulgurante
anterior. Si en sus textos tempranos encontramos una cerrada
crítica al historicismo y entusiasmo por la
religión, ahora, al contrario, muestra entusiasmo por el
conocimiento
histórico y centra su crítica en la
religión. Charles Andler, de este libro advierte que el
método de
Nietzsche es fundamentalmente histórico y evolucionista;
el gran antihistoricista del periodo anterior no puede eludir
ahora la impregnación cultural de su presente
histórico comprometiéndose en un rechazo a la
religión, precisamente, apelando al recurso de la historia
que antes atacaba y despreciaba.

Lo mismo pasa con el arte, apologizado en sus primeros
textos, es ahora apostillado en el libro que nos sirve de
referencia. El arte, ya no será más el
vehículo justificador de la existencia ni el elemento
capaz de conducir al individuo a la
aprehensión de la esencia del mundo. Ahora el artista, al
igual que el hombre metafísico y el religioso, pasa a ser
también un creador de ilusiones. No se trata de esa
ilusión del arte trágico antiguo que alentaba la
voluntad de vivir del hombre griego; se trata ahora, de que el
arte se alía con la religión y la metafísica
en favor de un falso ideal. El artista, en su esencia, pasa a ser
un embaucador, enemigo de la verdad, amante del efectismo que
cultiva, merced a sus notables dotes
histriónicas.

Tampoco la ciencia se
salva de este giro, la que ahora atrae mayormente su
atención al dejar de creer que poetas y metafísicos
podían entender la naturaleza y
el alma humana
sin ciencia. Reafirmará su posición en favor de la
ciencia, más adelante, en la "Gaya Ciencia".

Desprendiéndose de la influencia
filosófico-moral de Schopenhaüer y de la estética wagneriana, en este libro se
inclina ahora por una actitud crítica y rigurosa, que
utiliza la genealogía como instrumento de investigación, haciendo del filósofo
un heredero directo de la
Ilustración. Esto último, en cuanto "Humano
demasiado humano", representa la crónica de la
liberación de todas las formas trascendentes. No sin
razón Nietzsche subtituló esta obra como "Un libro
para espíritus libres", en tanto intento de recobrar su
identidad y de romper con las ideas del pasado; ya sin
influencias externas, sin sombras de superstición, ni
resabios idealistas; liberado del espejismo metafísico que
lo distrajo de su tarea de subversión y creación a
la vez:

"Con una antorcha en la mano, y en verdad que el humo
no velaba la luz, he proyectado una viva claridad sobre el mundo
subterráneo de lo ideal. Es la guerra
sí, pero la guerra sin pólvora y sin humo, sin
actitudes
guerreras, sin pathos, sin miembros dislocados -todo esto
sería un idealismo-. Error tras error, todos los he tomado
y puesto entre el hielo, y el ideal ni aún siquiera fue
refutado: se heló. Aquí, por ejemplo, se hiela el
'Genio'; en
este otro rincón se hiela el 'Santo'; bajo un grueso
tampón de hielo se hiela el 'Héroe' y, finalmente,
he aquí la 'Fe' congelada y la llamada
'Convicción'; y he aquí hasta la 'Piedad'
también considerablemente enfriada. En suma, que, casi por
todas partes, se congela 'la cosa en
sí'…
" (Cit. por Daniel Halévy.
Vida de Nietzsche)

Opinión de sus pares

De sus cambios de opinión, algunos de sus
intérpretes han entregado distintas interpretaciones.
Así, por ejemplo, Karl Jaspers
dirá sobre el particular lo siguiente:

"…el contradecirse constituye el rasgo fundamental
del pensamiento de Nietzsche. Tratándose de él,
casi siempre se puede esperar para un juicio, el juicio opuesto.
Da la impresión que casi para todo tuviera dos opiniones.
Debido a esto se pueden aportar, arbitrariamente y para lo que se
quiera, citas de Nietzsche. Por lo mismo, cualquiera de los
partidos políticos se sienten autorizados para apelar a
él: ateos y creyentes, conservadores y revolucionarios,
socialistas y liberales, políticos y apolíticos,
libre pensadores y fanáticos…"

("Nietzsche").

Y no deja de tener razón, porque no olvidemos que
Mussolini, quiso hacer un galimatías entre el pensamiento
fascista, marxista y el nietzscheano; a su vez, Baumler hizo de
su pensamiento el fundamento filosófico del nazismo. Del
mismo modo, Charles Andler está convencido que sus ideas
son socialistas. Victor Massuh y Lou von Salomé, creyeron
ver en las ideas de Nietzsche el intento de una nueva
religión. A su vez, G. Lukács verá en sus
ideas una apología al imperialismo;
y, cosa curiosa, grupos de
anarquistas lo tomaron como su apóstol, pese a que
éste los criticó muy duramente, no por convocar a
destruir lo existente (él también fue destructor),
sino por no proponer la creación de ningún valor,
etc.

A partir de "Humano, demasiado humano", para Nietzsche
la realidad carece de significado en sí: "Quizá
reconozcamos…que la cosa en sí es digna de una carcajada
homérica, que pareció serlo todo, y en el fondo
está vacía, carente de sentido"
. Tampoco existe
un mundo metafísico, una realidad verdadera tras las
cosas; nadie ha legislado el mundo, ni existe la trascendencia,
el más allá; todas las categorías
tradicionales ético-filosóficas carecen de sentido.
Factor fundamental en este giro es una sucesión de
sucesivos rompimientos; no sólo rompe con
Schopenhaüer y Wagner, sino también, poco
después abandona su carrera académica. Necesita
estar solo para poder adquirir un pensamiento propio desprovisto
de cualquier tipo de tutelaje, y lo hace muy presente en
ésta y las obras posteriores que le siguieron:

"Una impaciencia conmigo mismo hizo presa de
mí; yo veía que había llegado el momento de
reflexionar sobre mí. De un golpe se me hizo claro, de
manera terrible, cuánto tiempo había sido ya
desperdiciado, qué aspecto inútil, arbitrario
ofrecía toda mi existencia de filólogo, comparada
con mi tarea (…) Habían pasado diez años en los
cuales la alimentación de mi espíritu
había quedado propiamente detenida, en los que no
había aprendido nada utilizable, en los que había
olvidado una absurda cantidad de cosas a cambio de unos
cachivaches de polvorienta erudición. Arrastrarme con
acribia y ojos enfermos a través de los métricos
antiguos, -¡a esto había llegado!- me vi, con
lástima, escuálido, famélico: justo las
realidades eran lo que faltaban dentro de mi saber, y las
idealidades ¡para qué diablos servían!- Una
sed verdaderamente ardiente se apoderó de mí: a
partir de ese momento no he cultivado de hecho nada más
que fisiología, medicina y
ciencias
naturales, -incluso a auténticos estudios
históricos he vuelto tan sólo cuando la tarea me ha
forzado imperiosamente a ello. Entonces adiviné
también por vez primera la conexión existente entre
una actividad elegida contra los propios instintos, eso que se
llama profesión, y que es la cosa a la que menos estamos
llamados- y aquella imperiosa necesidad de lograr un
adormecimiento del sentimiento de vacío y de hambre por
medio de un arte narcótico- por medio del arte de Wagner,
por ejemplo…"
(Ecce Homo).

Siguiendo en esta línea, continuará el
mismo Jaspers:

"Todo aquel que lea las cartas y escritos
en orden cronológico, no puede sustraerse a la
impresión de que, a partir de 1880, Nietzsche está
experimentando el cambio más radical y profundo de su
vida. Este cambio no sólo se expresa en el contenido de
sus pensamientos, en nuevas creaciones, sino en la forma que vive
sus vivencias; Nietzsche se sumerge en un ambiente
nuevo, todo lo que dice adquiere otro tono; esta atmósfera que todo lo
impregna no tiene precedente ni indicios antes de
1880
".

Por su lado, Lou von Salomé teme que al escribir
Nietzsche para sí, en estilo aforístico, en el que
introduce la contradicción, todo este conjunto de
particularidades sea usado más adelante para fabricar
consignas y cómodas fórmulas de difusión. Y
no dejaba de tener razón cuando hemos sido testigos de
todos los acomodos que se han hecho de los dichos del
filósofo, para justificar tal o cual interpretación. Nietzsche, -según la
misma Lou- consideraba obligatorio cambiar de opinión,
renovar constantemente los puntos de vista, puesto que el
pensamiento no es más que el resultado de muestras
vivencias, antes que el resultado de un pensamiento
racional. Rubricará sus juicios diciendo:
"Nietzsche no veía sus ideas desarrollarse bajo su
mirada con la continuidad de un trabajo
sistemático grabado sobre el papel. Escuchaba sus ideas
como si fuera un diálogo
franco y abierto, que cada vez trata de un tema distinto, que sus
oídos hechos
para oír cosas inauditas
lograban captar como si fueran palabras reales".

A su vez, Susana Munich ("La verdad es mujer"),
señala que los dichos del filósofo, deben
entenderse de acuerdo a los predicados que acompañan a los
términos por él empleados. Cuando utiliza, por
ejemplo, la palabra araña para referirse a Kant y Spinoza,
ésta es usada con signo negativo porque se está
refiriendo a sus pares como seres abominables. Distinto es,
cuando el mismo se atribuye para sí tal calificativo. En
dicho caso le atribuye un signo positivo, por ser creador de
textos. Con la palabra artista pasa otro tanto, pues, sus juicios
serán ahora negativos, en tanto el artista no es creador
de valores, sólo creador de ilusiones. En cambio, la
palabra artista adquiere connotación positiva cuando
define al filósofo artista, como creador de valores. Dice
la autora, que en los textos de Nietzsche una misma palabra suele
nombrar situaciones diferentes, "y la marca negativa o
positiva que la acompaña depende de los distintos
predicados que corresponden a la palabra en sus distintas
ocurrencias".

Por lo mismo, con sus contradicciones no debemos
llamarnos a engaño queriendo ver en ellas la
eliminación de algo en beneficio de su opuesto. Nada
más alejado en él que eso. Cuando critica algo lo
hace no para eliminar, sino para producir una afirmación o
un desplazamiento; sólo pretende reivindicar la
posición desmedrada en que algunas cosas se encuentran
frente a otras. Por eso, cuando estemos frente a un juicio
contradictorio, no caigamos en la trampa de anular o desestimar
el juicio objeto de la contradicción.

Otras reacciones

Ciertamente, el libro que comentamos, más
allá de las críticas que siempre provocó en
el mundo intelectual, no pudo dejar de asombrar también,
al círculo más íntimo de familiares y
amigos. Para el caso, dejemos oír algunas
opiniones:

"Mi sorpresa por este último libro ha sido
máxima, como te puedes imaginar. Te digo con toda
sinceridad, amigo mío, que esta sorpresa no se ha
producido sin un sentimiento doloroso. ¿Puede uno
desprenderse hasta tal punto de su alma y tomar otra a
cambio?…"
(E. Rhode).

"¿Qué va a seguir ahora en pie,
después de que usted ha llevado a cabo un cambio
monstruoso y ahora desecha lo que antes anunciaba como evangelio
con voz de profeta?"
(Mathilde Maier)

"No leas los libros de mi hermano, son demasiado
horribles para nosotras, nuestros corazones aspiran a más
que la exclusiva admiración del egoísmo. ¡Ah!
y no te molestes, ni atormentes, en relacionar estos libros con
el Nietzsche de antaño, no es posible. Pues ¡ay! mi
querida Clara, no lo digas a nadie, he vivido aquí un
tiempo espantoso. debo reconocer que Fritz ha cambiado, es como
sus libros…"
(E. Nietzsche a Clara Gelzer.
24.09.1882).

"No me hables de Humano, demasiado humano. De lo
único que quiero acordarme al escribirte, es de que tu
hermano, en otros tiempos, escribió para mí algunas
de las más bellas páginas que conozco…No le
guardo rencor; el sufrimiento lo ha destrozado. Ha perdido el
dominio de
sí mismo, y esto explica su felonía"

(Carta de
Cósima Wagner a E. Nietzsche).

Incluso, el propio filósofo, en carta a Paul
Rée (Sept. 1879) reconocerá, a partir de este
libro, sus cambios de opinión, incluyendo en ésta
dos epigramas del siguiente tenor:

A mis primeros cinco libritos

"Antes pensaba que la A y la O/ se hallarían
en mi sabiduría/ Ahora ya no lo pienso así/ La
eterna ¡ah! y ¡Oh!/ sólo las encuentro en mi
juventud "

A mi último libro

Tristemente orgulloso cuando miras hacia
atrás/ Frívolamente audaz cuando confías en
el futuro/ ¡Oh pájaro!, te incluyo al lado de las
águilas?/ Eres la lechuza de Atenas?

Con este libro, Nietzsche no sólo conmovió
las convenciones de la vida diaria, la fraseología de la
época, sino también, empieza su crítica
desconstructiva de todos los valores
existentes. Incluso, empieza a aplicar el principio de que el
mejor modo de atacar las convicciones es atacando las propias
antes que las de otros:

"…Repito que este libro me parece hoy un libro
imposible; lo encuentro mal escrito, pesado enojoso, erizado de
imágenes forzadas e incoherentes,
sentimental, endulzado aquí y allá hasta la
afeminación, poco equilibrado, desprovisto del esfuerzo
hacia la pura lógica,
muy convencido, y por esto, creyéndose dispensado de
suministrar pruebas,
incluso dudando que le convenga probar…"
(N.T.
Prólogo a la 2ª ed. 1886)

Después de esta crítica, difícil es
encontrar a alguien que se haya referido tan mal a uno de sus
propios libros. En obras posteriores, seguirá
reivindicando la necesidad de cambiar de opinión en
aquellos pensamientos que aspiren a tener
autonomía:

"No nos haremos quemar por nuestras opiniones por lo
poco seguros que
estamos de ellas; por el contrario, nos dejaríamos,
quizá, quemar por el derecho a tener opiniones y
cambiarlas".
(El caminante y su
sombra)

"No te disimules jamás que se puede pensar
contra los propios pensamientos. ¡Júralo
solemnemente! Es el primer acto de lealtad que le debes a tu
pensamiento. Parte cada día en campaña contra tu
propio pensamiento".(
Aurora)

"El pensar no es para nosotros un medio de conocer
sino de designar el devenir, de ordenarlo, de hacerlo manejable
para nuestro uso: así pensamos hoy acerca del pensar:
mañana quizá de manera diferente"
(Fragmento
póstumo, 1885).

Rubricará estas opiniones haciendo una alabanza a
la serpiente:

"La serpiente que no puede mudar su piel, sucumbe.
Asimismo los espíritus a quiénes se impide cambiar
de opinión, dejan de ser espíritus".

CREACIÓN
(Tercer paso)

El tercer paso, corresponde a su periodo de
creación, el lado afirmativo de su obra (Voluntad de
Poder, Eterno Retorno, El Superhombre, Amor fati, etc.,). En esta
etapa elabora su "nueva filosofía", en la que se denota un tono
afirmativo que contrasta con el desenfreno negador de la etapa
anterior. Aquí reconoce que la etapa de negación y
desenmascaramiento no fue la estación última; es el
momento en que "tiene la suerte de la humanidad entre sus
manos"
. Etapa que corresponde al periodo intelectual
comprendido entre 1882 y 1888 (Z, MBM, GM, GC, CW, AC, DD, CI,
NCW y EH).

éste es el periodo cúlmine de su
filosofía, en donde materializa su anuncio temprano de
crear una nueva Ilustración filosófica, cuyo punto
de cierre no puede ser otro que la
transvaloración.

Como bien lo señala Victor Massuh ("Nietzsche y
el fin de la religión"), es el momento en que Nietzsche
adquiere conciencia que
"es preciso sobrepasar aquel nihilismo
metódico que pone al descubierto la cruda realidad y
volatiliza las ilusiones, con el objeto de acceder a la gran
'afirmación'. Lo que se afirma en esta nueva etapa no es
una instancia extrahumana: ¡Ningún Dios,
ningún hombre por encima de mí! La realidad
fundante y originaria es, aquí, la voluntad
creadora".

UNA
EXCEPCIÓN

De lo dicho, pudiéramos concluir que Nietzsche es
contradictorio en todo lo que piensa y escribe. Sin embargo,
pensarlo así sería un juicio errado porque si bien,
es contradictorio en los más diversos tópicos que
abordó, no lo es tanto así en sus ideas
filosóficas propiamente dichas. En efecto, desde sus
primeros escritos, -según datos entregados
en la biografía de Daniel Halévy- el
filósofo manifestará una idea precisa de la
filosofía, no apartándose de ella durante toda su
vida. En sus cuadernos de infancia y
notas de juventud, se empiezan a vislumbrar ya las orientaciones
centrales de su pensamiento filosófico
posterior:

"Cuando se es dueño de sí mismo
-enseñaba gravemente a su hermana- se es dueño del
mundo entero"

"¿Qué es, pues, la humanidad? Apenas lo
sabemos: ¿un grado en un conjunto, un período en un
devenir, una creación arbitraria de Dios? ¿El
hombre, es otra cosa que una piedra evolucionada a través
de los mundos intermedios de las floras y las faunas? ¡Es
ya un ser acabado, o qué le reserva la historia?
¿No tendrá fin este devenir eterno?
¡Cuáles son los resortes de este gran reloj?
Están ocultos; pero, por larga que sea la duración
de la gran hora que llamamos historia, son los mismos en cada
instante…"

"…He ahí como se separan las vías de
los hombres: si deseas el reposo del alma y la felicidad, cree;
si quieres ser un discípulo de la verdad, entonces
busca…"

Más importante es una anotación
póstuma escrita antes de la publicación de su
primer libro:

"Mi filosofía es un platonismo al
revés".

En esta temprana reflexión, Nietzsche, sintetiza
todo el centro de su pensamiento filosófico, esto es, una
enconada lucha a lo largo de su vida contra la Idea
platónica, como expresión fundante de la
metafísica. Más aún, el año 1862,
cuando apenas se empinaba sobre los 17 años de edad,
encontramos unos escritos de juventud bajo el título
"Destino e Historia"; importante, en cuanto contiene aspectos
sustantivos que servirán de base para el nudo central de
su pensamiento filosófico posterior:

"Pero tan pronto como fuera posible, mediante una
fuerte voluntad, derribar todo el pasado del mundo, nos
situaríamos inmediatamente en la línea de los
dioses independientes, y la historia del mundo ya no sería
para nosotros sino un quimérico ensimismamiento; cae el
velo y el hombre se encuentra de nuevo como un niño que
juega con mundos, como un niño que despierta con el
crepúsculo matutino y riendo se sacude de la frente los
horribles sueños".

"…¿No estamos sometidos desde nuestro
primeros días al yugo de la costumbre y de los prejuicios,
no estamos impedidos en el desarrollo natural de nuestro
espíritu por las impresiones de nuestra
infancia?"

Tomado del ensayo:
"Nietzsche un siglo después:
Filosofía y política para el
nuevo milenio"
(Editorial Universidad de
Santiago, autor, Hernán Montecinos).

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